domingo, 22 de marzo de 2009

LÉXICO Y VOCABULARIO EN LA ESO

Es chocante ver a nuestros alumnos asombrarse e incluso enfadarse ante pequeños ejemplos de pureza léxica por parte de algún profesor o profesional. No hace mucho oía a algún alumno, hablando de un profesor, decir: “No hay quien le entienda. ¡Se pensará que somos catedráticos!”. Pero tampoco es raro que un/a muchacho/a salga, por ejemplo, de una consulta médica, con ojos como platos y cara de circunstancias, preguntándose: “¿Pero, de qué hablaba este hombre?”.
Un análisis rápido nos confirma que el nivel del vocabulario de nuestros alumnos es de tipo coloquial-vulgar. Es más, si definimos este nivel de uso de la lengua como aquel en el que el usuario es incapaz o tiene serias dificultades para cambiar de registro y adaptarse (expresarse y comprender) a las distintas situaciones de comunicación, llegaremos a la conclusión de que es preciso trabajar con denuedo en este nivel de estudio de la lengua y de que este objetivo de ampliar el caudal léxico del alumno de secundaria solo puede conseguirse con empeño y trabajo en equipo.
No descubro nada si afirmo que, desde hace tiempo, son más que queja un clamor las afirmaciones sobre la progresiva bajada de los niveles, así como sobre las evidentes muestras de indisciplina y desinterés creciente.
Cuando un profesor tiene la oportunidad de impartir su docencia en un nivel cada cierto tiempo, puede convertir este clamor en evidencia: los alumnos, cuatro años después, tienen serias dificultades para leer obras y textos que cuatro años antes otros alumnos en esas circunstancias leían con cierta fluidez. Observé con asombro que esta tan cacareada bajada de niveles se debía especialmente al escaso vocabulario conocido y a las deficiencias en la lectura comprensiva: al concluir la lectura apenas podían dar cuenta de lo leído o las interpretaciones eran disparatadas en algunos casos. La realidad es que vocabulario o conocimiento del mundo en general y lectura comprensiva están íntimamente relacionados (Solé, 1992).
Después de reflexionar sobre el tema, creo que la lectura comprensiva y la ampliación del vocabulario son los dos caballos de batalla más importantes de los primeros años de la educación secundaria obligatoria y, evidentemente, en los niveles inferiores. Centrándonos en lo que ahora nos ocupa, a la hora de establecer una estrategia de trabajo con el vocabulario, como en todo o casi todo, es necesario el consenso en el departamento. A partir de trabajos como el de García Hoz o el de Juilland y Chang-Rodríguez, con diccionarios como los de dudas, ideológicos o técnicos, deberíamos seleccionar una serie de vocablos usuales y técnicos que abarcaran, en creciente grado de dificultad, toda la secundaria y, convenientemente distribuidos por cursos, garantizar que al final de este ciclo los alumnos habrán utilizado en actividades, textos y ejercicios diversos un caudal léxico apropiado al nivel educativo y a la edad del alumno.
En cuanto a los tipos de actividades, son muchos y responden también a tendencias o propuestas más o menos tradicionales y contextualizadas. La bibliografía es amplia así como lo son las propuestas que flotan en el piélago de la Web.
En todo caso, lo importante en lengua y en literatura es analizar el proceso más que los resultados. Es ahí, en el proceso, donde se produce el aprendizaje. Si atendemos a los resultados solo constataremos lo que el alumno sabe, producido o no por la interacción de enseñanza y aprendizaje. Por ello creemos muy apropiado en estas actividades de vocabulario entretenerse con la palabra, armarla y desarmarla, definirla, crear nuevas palabras a partir de ella por medio de prefijos, sufijos, interfijos reales o inventados; jugar con las palabras, buscarlas en el diccionario, copiarlas, crear textos, etc. Este trato familiar es la única manera de convertirlas en acervo personal.

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