martes, 19 de mayo de 2015



LA NACIONAL 122 (A11)

VARIACIONES
 
Existe una expresión conocida por muchos burgenses, de gran trascendencia para el futuro de Castilla y de España, y que escribió un oxomense. La dirigió el cronista Alonso de Palencia a los que organizaban el traslado de don Fernando a Castilla para contraer matrimonio con doña Isabel. Sirviéndose de unas cartas que se mandaban a la princesa desde Gómara, introdujo entre líneas una advertencia que ha hecho historia y que, según el propio Palencia escribe en sus Décadas, decía: “que la comida debía prepararse de otro modo del que habían determinado, tomando asado lo que habían dispuesto que fuese cocido”; que años más tarde repetiría otro de los protagonistas de la intriga, Gómez Manrique, en su poema Regimiento de príncipes, al recordar los esfuerzos realizados por sus súbditos por la causa de los príncipes, luego Reyes Católicos.
      Esta anécdota, que, como puede descubrir el lector curioso, dio un protagonismo inesperado a El Burgo de Osma en su puesta en práctica, puede servir para dar rienda suelta al gusanillo que toda persona medianamente culta siente por imitar el estilo de ese poema o de esa novela que esté leyendo o, simplemente, en un ejercicio escolar por ejemplo, por romper el miedo a escribir y hacerlo de forma desinhibida.
       Cuando en España era un signo de distinción saber expresarse no solo por escrito, sino en verso, y los nobles y no tan nobles tenían a gala salpimentarse con una pizca de poetas, pongamos que hablo del tan denostado siglo XV, de la época de la poesía cancioneril, no era infrecuente que un señor –las señoras menos, aunque también gustaban del arte de los versos y algunas escribían- no sabía qué hacer, cómo matar el tiempo, en vez de perderlo miserablemente delante del inexistente televisor o jugando a la play, compusiera un poema de debate. Leamos uno en el castellano de la época, como lo escribían nuestros antepasados del siglo XV:
 
                       De Gómez Manrrique.
                 Otra al mesmo Juan de Maçuela

 
I             Tyenpo muncho mal gastado       
es el que   
se gasta syn fazer nada;    
por ende, mi muy amado,   
ordené  
esta copla mal fundada, 
por la qual, amigo mío,  
vos ruego que començemos  
tal quistión con que gastemos  
el tienpo no tan valdío.
 
                                   Respuesta
 
II            Vuestro ruego m'es mandado, 
pues que sé     
que mi obra vos agrada. 
Buena causa m'auéys dado 
por do esté   
no baldío en mi posada;  
mas, porque yo no porfío, 
començad, que bien terrnemos  
tal manera como demos  
al açidia buen desuío.
 
      Manrrique
 
III          Yo començaría de grado,  
pero he   
temor de fazer errada
e por esto é dexado 
e dexaré  
esta obra començada,
por no fazer desuarío,  
que mis dolores estremos  
an quebrantado los remos  
de mi menguado aluedrío.
 
                                   Respuesta
 
IV          Vn fierro m'auéys echado 
al vn pie, 
mi señor, d'esta vegada; 
pues que por vos á quedado, 
plázeme     
que acortemos la jorrnada; 
que, según yo tengo el brío, 
bien será, señor, que alçemos  
este juego por qu'estemos  
en vn constante amorío.
 
      Manrrique
 
V            Si contienda é destoruado
e procuré   
paz en mi copla pasada, 
podéys ser çertificado  
que no fue   
temiendo vuestra torrnada;   
que, según de mí confío,     
vos e yo nos averrnemos,    
e porque más nos prouemos,   
catad que vos desafío.
 
Y, al final, ¿qué han dicho? Nada, puro ejercicio de escritura, puro juego. Y como este se podrían citar decenas de ejemplos.
Hoy nos las vemos y deseamos para que los alumnos escriban, y cuando lo hacen, redacten con corrección, adecuación y coherencia.
Uno de los ejercicios creados para desinhibirse y escribir como puro ejercicio, por pasar el tiempo, para el alumno cocido, para el profesor asado, son los ejercicios de estilo, las variaciones del escritor francés Raymond Queneau. No son sino ejercicios de redacción. Evidentemente esta actividad responde a la concepción de la escritura como juego; en eso consistía el movimiento oulipiano, aunque su finalidad tuviera más altas miras. Pero este ejercicio y su profundidad dependen -obviada la capacidad del neófito escritor- de su intención comunicativa; y, así, se puede redactar desde un texto intrascendente hasta un trabajo de investigación, a partir de cualquier excusa o texto base, como el ya citado de Palencia. Intentémoslo, aunque sea aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid... y la carretera nacional 122, quizás algún día A11, para hablar de esta importante (¿o no tanto para algunos?) infraestructura.