LA NACIONAL 122 (A11)
VARIACIONES
Existe una
expresión conocida por muchos burgenses, de gran trascendencia para el futuro
de Castilla y de España, y que escribió un oxomense. La dirigió el cronista
Alonso de Palencia a los que organizaban el traslado de don Fernando a Castilla
para contraer matrimonio con doña Isabel. Sirviéndose de unas cartas que se
mandaban a la princesa desde Gómara, introdujo entre líneas una advertencia que
ha hecho historia y que, según el propio Palencia escribe en sus Décadas, decía: “que la comida debía
prepararse de otro modo del que habían determinado, tomando asado lo que habían
dispuesto que fuese cocido”; que años más tarde repetiría otro de los
protagonistas de la intriga, Gómez Manrique, en su poema Regimiento de príncipes, al recordar los esfuerzos realizados por
sus súbditos por la causa de los príncipes, luego Reyes Católicos.
Esta anécdota,
que, como puede descubrir el lector curioso, dio un protagonismo inesperado a
El Burgo de Osma en su puesta en práctica, puede servir para dar rienda suelta
al gusanillo que toda persona medianamente culta siente por imitar el estilo de
ese poema o de esa novela que esté leyendo o, simplemente, en un ejercicio
escolar por ejemplo, por romper el miedo a escribir y hacerlo de forma desinhibida.Cuando en España era un signo de distinción saber expresarse no solo por escrito, sino en verso, y los nobles y no tan nobles tenían a gala salpimentarse con una pizca de poetas, pongamos que hablo del tan denostado siglo XV, de la época de la poesía cancioneril, no era infrecuente que un señor –las señoras menos, aunque también gustaban del arte de los versos y algunas escribían- no sabía qué hacer, cómo matar el tiempo, en vez de perderlo miserablemente delante del inexistente televisor o jugando a la play, compusiera un poema de debate. Leamos uno en el castellano de la época, como lo escribían nuestros antepasados del siglo XV:
De Gómez Manrrique.
Otra al mesmo Juan de Maçuela
I Tyenpo muncho mal gastado
es el que
se
gasta syn fazer nada;
por
ende, mi muy amado,
ordené
esta
copla mal fundada,
por la
qual, amigo mío,
vos
ruego que començemos
tal
quistión con que gastemos
el
tienpo no tan valdío.
Respuesta
II Vuestro ruego m'es mandado,
pues
que sé
que mi
obra vos agrada.
Buena
causa m'auéys dado
por do
esté
no
baldío en mi posada;
mas,
porque yo no porfío,
començad,
que bien terrnemos
tal
manera como demos
al
açidia buen desuío.
Manrrique
III Yo començaría de grado,
pero
he
temor
de fazer errada
e por
esto é dexado
e
dexaré
esta
obra començada,
por no
fazer desuarío,
que
mis dolores estremos
an
quebrantado los remos
de mi
menguado aluedrío.
Respuesta
IV Vn fierro m'auéys echado
al vn
pie,
mi
señor, d'esta vegada;
pues
que por vos á quedado,
plázeme
que
acortemos la jorrnada;
que,
según yo tengo el brío,
bien
será, señor, que alçemos
este
juego por qu'estemos
en vn
constante amorío.
Manrrique
V Si contienda é destoruado
e
procuré
paz en
mi copla pasada,
podéys
ser çertificado
que no
fue
temiendo
vuestra torrnada;
que,
según de mí confío,
vos e
yo nos averrnemos,
e
porque más nos prouemos,
catad
que vos desafío.
Y, al final,
¿qué han dicho? Nada, puro ejercicio de escritura, puro juego. Y como este se
podrían citar decenas de ejemplos.
Hoy nos las
vemos y deseamos para que los alumnos escriban, y cuando lo hacen, redacten con
corrección, adecuación y coherencia.
Uno de los
ejercicios creados para desinhibirse y escribir como puro ejercicio, por pasar
el tiempo, para el alumno cocido, para el profesor asado, son los ejercicios de
estilo, las variaciones del escritor francés Raymond Queneau. No son sino
ejercicios de redacción. Evidentemente esta actividad responde a la concepción
de la escritura como juego; en eso consistía el movimiento oulipiano, aunque su
finalidad tuviera más altas miras. Pero este ejercicio y su profundidad
dependen -obviada la capacidad del neófito escritor- de su intención
comunicativa; y, así, se puede redactar desde un texto intrascendente hasta un
trabajo de investigación, a partir de cualquier excusa o texto base, como el ya
citado de Palencia. Intentémoslo, aunque sea aprovechando que el Pisuerga pasa
por Valladolid... y la carretera nacional 122, quizás algún día A11, para
hablar de esta importante (¿o no tanto para algunos?) infraestructura.